Digitalización. Probablemente ya haya escuchado este término en el transcurso de una conversación fascinante (o aburrida), pero ¿qué entendemos realmente por este término tan recurrente? ¿Y qué impacto tiene en la industria del vino?
La digitalización hace referencia a una nueva forma de consumir vino, vinculada a la evolución de los hábitos de consumo y salpicada de soluciones digitales innovadoras. También se refiere a todos los cambios que se están produciendo en una profesión a través de las conocidas herramientas y tecnologías del siglo XXI, como los objetos conectados y el software de apoyo a la toma de decisiones (DSS).
Todas estas transformaciones están poniendo patas arriba muchos mercados, y la industria vitivinícola está lejos de quedarse atrás, más bien al contrario.
El sector del vino vive actualmente un auge de las aplicaciones (Vivino, WineAdvisor, Twil, Wine-Searcher, etc.), cuyo objetivo es facilitar el acceso al mundo del vino a través de un fuerte aspecto comunitario.
Estas últimas no hacen sino reflejar una tendencia que no deja de crecer desde hace varios años: los hábitos modernos de consumo de vino están cambiando rápidamente, lo que obliga a muchos viticultores a adaptarse
para satisfacer una demanda cambiante y creciente.
Las ventas en línea de productores y sitios web especializados se están disparando, una tendencia que permite a los viticultores ser más independientes en su cadena de distribución, pero que tiene el inconveniente de no dar una oportunidad a los clientes reticentes que aún no tienen presencia digital.
presencia digital.
Según un estudio de SoWine de 2019, el 36% de los principales compradores de vino ya han comprado vino recomendado en las redes sociales. Esta sorprendente estadística muestra hasta qué punto los consumidores de hoy en día confían en las nuevas referencias en su proceso de compra. Los productores de vino necesitan tener una presencia digital real para hacerse visibles y conquistar a nuevos clientes, ya sea a través de una tienda online o de la comunicación de su marca. El dilema, sin embargo, reside en encontrar el justo equilibrio entre desempolvar una imagen de vino envejecida y preservar los cimientos de un saber hacer ancestral.
La digitalización también permite realizar grandes avances en el mantenimiento de los viñedos y las bodegas, gracias a soluciones conectadas que proporcionan una gran cantidad de información esencial sobre el estado de las viñas y las medidas preventivas que deben tomarse antes para evitar sorpresas desagradables. Soluciones como Weenat, Sencrop y Movida permiten a los viticultores prever los periodos de heladas y anticipar el momento oportuno para realizar el mantenimiento de las viñas (¿quizás con nuestras tijeras de podar eléctricas de eficacia probada? Le dejamos que se decida en nuestra página dedicada).
Todas estas posibilidades pueden parecer considerables, pero ocultan una cuestión más profunda: el vino y la vid siempre han sido misteriosos, sorprendentes y aleatorios. Miles de años de herencia cultural y saber hacer dan al vino que degustamos esa dulce nota de pasión e historia que nos permite crear recuerdos intensos cuando compartimos una botella con la familia o los amigos. Más allá de las innegables ventajas de la digitalización, parece justo preguntarse: ¿hasta dónde puede llegar la innovación en el corazón de este patrimonio que tanto apreciamos?